domingo, 13 de marzo de 2011

colores

Este último tiempo viene teñido de tonos rojizos. Casi siempre es un bordó ácido, otoñal, de esos tipo ladrillo. Hubo también un par de gotitas brillantes, no muchas, de un rojo al estilo cherry. Pero generalmente es el bordó, doloroso bordó. Como si algo que hubiese estado guardado, muerto muy dentro mío supiera a ese bordó, agrio, sabor a sangre en los labios que no sé describir con otra palabra. Ha dolido más días de los necesarios ese bordó. Ahora que recuerdo hubo una noche que fue verde manzana, gris y negra, de esas combinaciones que suelen encantarme tanto a mí. "Lameme verde manzana, mordeme con tu gris que todo después se vuelva intenso negro y se pierda en mis memorias." ¡Qué suerte que no había uno naranja! Bah! Si había, mezclado con un gris ronroneante... ¡Cuán frágil es la memoria! Bordó de vino tinto, mezclado con un lila bastante oscuro. Muchos días de bordó, y entre ellos se intercalan unos verdes materos amigos y un cervercero dorado. La vida se parece, para mí, a una pantonera. Esas guías de colores para imprenta, donde uno puede ver y generar nuevas combinaciones. Algunas más primaverales, otras muchas más intensas. Magenta! Cian! Amarillo! Yo quiero dejar un poco el bordó, es sólo que estuve-estoy muy acostumbrada a él. Yo no sé decir las cosas con palabras, pero las intento decir con colores.

Ahora es hora, se va a abrir la puerta en un instante.
Sucede. Él entra en la habitación con toda su impaciencia, vocifera palabras muy rápidamente y yo no llego a entender/escuchar. Tampoco tengo mucho interés en preguntar. Mira hacia los costados, ahí está ese punto negro parlanchín, arisco y compañero... mi gata. Más allá, los pinceles, yo intentaba hacer ese cuadro, quería que naciera. Muchos pinceles con verde, un par con celeste. No soportó verlos a la interperie sobre la mesa y los mezcló en un vaso con agua. "Para limpiarlos", me dijo. "No entendiste nada...", pensé.